Resistencia en la consulta: El obstáculo invisible que define el éxito profesional

Cómo transformar la resistencia en una oportunidad de cambio profundo

En la práctica clínica y nutricional, los planes más elaborados y basados en evidencia
suelen naufragar frente a un enemigo silencioso: la resistencia.
No se trata de falta de información, de educación alimentaria insuficiente ni de
disciplina.
Se trata de un fenómeno más complejo y humano: la dificultad natural de las personas para modificar conductas que han sostenido durante años.
Muchos profesionales lo viven con frustración. Personas que escuchan, asienten, dicen comprender… y luego no aplican. Otras que cumplen un tiempo, pero abandonan. Y algunas que directamente rechazan cualquier propuesta desde la primera sesión. ¿Qué hacer ante esta barrera que parece insuperable?

Comprender la raíz de la resistencia

La resistencia no es terquedad ni falta de interés. Es una reacción de autoprotección
frente a lo desconocido.
Cambiar la forma de comer implica mucho más que ajustar porciones o elegir alimentos distintos: significa alterar rutinas familiares, cuestionar creencias aprendidas y enfrentarse a emociones profundas ligadas a la comida.
Tal como señalan Miller y Rollnick (2013), creadores de la Entrevista Motivacional,
la resistencia no debe entenderse como un rasgo del paciente, sino como una señal
de la relación terapéutica que requiere ajuste. La manera en que el profesional
conduce la interacción puede amplificar la resistencia o, por el contrario, transformarla en colaboración y compromiso.
Cuando un profesional interpreta la resistencia como un “fracaso del paciente”, pierde
de vista que en realidad es parte natural del proceso de adaptación. Y que su rol no es
luchar contra ella, sino aprender a trabajar con ella.

Señales de resistencia que suelen pasar inadvertidas

Justificaciones constantes: “no tuve tiempo”, “en mi casa no me apoyan”, “el trabajo
me impide organizarme”.

Cumplimiento parcial: aplican solo una parte del plan y evitan hablar de lo demás.

Evasión o demora en las consultas: cancelaciones frecuentes, olvidos, silencios prolongados.

Exceso de información: la persona asegura que “ya sabe qué debe hacer”, pero no
logra aplicarlo.

Identificar estas señales no es para etiquetar ni juzgar, sino para abrir un espacio
distinto de diálogo.

Del plan impuesto al sentido compartido

La investigación en ciencias del comportamiento muestra que las personas son más
propensas a sostener un cambio cuando sienten que el objetivo les pertenece.
Aquí aparece el concepto de encuadre emocional, que redefine la manera de
acompañar en la consulta:
Explorar el para qué: detrás de cada objetivo declarado (“quiero bajar de peso”,
“quiero comer más sano”) existe un motivo profundo y muchas veces no expresado,
que sostiene la motivación real.
Co-construir el plan: cuando la persona participa activamente en definir los pasos, la
adherencia aumenta. No se trata de entregar indicaciones cerradas, sino de diseñar
juntos.
Validar la resistencia: reconocerla como algo normal y esperable disminuye la tensión
y abre espacio al avance.

Transformar la resistencia en motor de cambio

Trabajar con resistencia no significa resignarse a ella, sino utilizarla como punto de
partida. Cada objeción es información valiosa sobre creencias, miedos o limitaciones.
El profesional que está formado en herramientas de acompañamiento sabe leer esos
momentos no como trabas, sino como oportunidades para generar un quiebre positivo en la consulta.
La resistencia, cuando se aborda con sensibilidad y estrategia, puede convertirse en el disparador de un cambio mucho más profundo que el previsto inicialmente.

Conclusión

La resistencia es el obstáculo invisible que puede derrumbar el plan más
perfecto… o convertirse en la llave de la transformación más auténtica.

La diferencia no está en la disciplina de la persona, sino en la capacidad del profesional de sostener, acompañar y dar sentido al proceso.
Ese es el punto donde la nutrición tradicional se encuentra con el coaching
nutricional: en el arte de transformar la resistencia en un motor de cambio real y
sostenible.
Reflexión final para profesionales:
¿Estás luchando contra la resistencia… o aprendiendo a trabajar con ella para que se
convierta en tu mayor aliada?

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